Para los que se sueñan
sin ninguna sonrisa,
para los que se van,
¿dónde están?
temblando las canciones
que nunca van a cantar.
Para los propietarios
de botellas vacías,
para los que además
de aguarrás
bebieron horizontes de espanto
y luz de desván.
Por el Duque Penurias
y Madame de la Mugre,
los que siempre estarán
más acá
de todo lo que brilla en la ciudad.
Al abuelo de copa
y al abuelo de bala,
y al hermano cristal,
el que sueño
con un despertar en San Jamás.
Al ciclista estrellado
en el túnel ruinoso,
al que fue pedaleando su fin
y halló la risadura del final.
Por los ferrocariles
esperando en Sansueña,
detenidos, vacíos, sin nada y nadie
que traer
ni que esperar.
Para tí, para nadie
para ella y alguno,
y por los que no tienen canción,
no importa que no escuchen esta voz.
Eduardo Darnauchans
sin ninguna sonrisa,
para los que se van,
¿dónde están?
temblando las canciones
que nunca van a cantar.
Para los propietarios
de botellas vacías,
para los que además
de aguarrás
bebieron horizontes de espanto
y luz de desván.
Por el Duque Penurias
y Madame de la Mugre,
los que siempre estarán
más acá
de todo lo que brilla en la ciudad.
Al abuelo de copa
y al abuelo de bala,
y al hermano cristal,
el que sueño
con un despertar en San Jamás.
Al ciclista estrellado
en el túnel ruinoso,
al que fue pedaleando su fin
y halló la risadura del final.
Por los ferrocariles
esperando en Sansueña,
detenidos, vacíos, sin nada y nadie
que traer
ni que esperar.
Para tí, para nadie
para ella y alguno,
y por los que no tienen canción,
no importa que no escuchen esta voz.
Eduardo Darnauchans